El picor es el síntoma más habitual, suele ir acompañado de ojos rojos, lagrimeo y fotofobia.
Alrededor del 25% de la población española presenta algún tipo de enfermedad alérgica, especialmente rinitis, que afecta a cerca del 25%, y asma, de un 5 a un 10%. El polen es el principal culpable, se calcula que causa cerca del 40% de los casos de alergia. Las gramíneas y los olivos son, a su vez, los pólenes que más alergias producen. Los ojos resultan especialmente afectados. El picor es el principal y más habitual síntoma que, con frecuencia, suele ir acompañado de ojos rojos, lagrimeo y fotofobia. En muchos casos se acompaña de rinitis.
Existen diferentes tipos de alergia ocular. La estacional o perenne, la más prevalente, se produce por el contacto con determinados alérgenos. Puede estar presente durante todo el año o ser temporal. Una de las alergias más comunes es a los ácaros, que siempre están presentes, aunque sobre todo afectan con los cambios de estación”, señala Victor Charoenrook, oftalmólogo de la unidad de córnea y superficie ocular del Centro de Oftalmología Barraquer. Hacerse las pruebas de alergia es el principal paso para evitar el contacto y buscar un tratamiento adecuado. Sin embargo, como comenta este oftalmólogo, “a veces, sobre todo con los niños, no es posible detectar a qué se es alérgico. Las pruebas pueden salir negativas, pero ello no quiere decir que no exista alergia, sino que no se detecta el alérgeno”.
La alergia vernal afecta especialmente a niños. Está determinada por el área geográfica, es decir, tiene mayor incidencia en zonas cálidas y áridas, como el Mediterráneo. Su principal síntoma es el picor, y generalmente se presenta en menores que también sufren asma o rinitis alérgica. La de tipo atópica está relacionada con la dermatitis atópica. Afecta a personas de cualquier edad. Esta enfermedad de la piel con gran hipersensibilidad causa una reacción inflamatoria en todo el cuerpo, incluidos los ojos. Por último, la alergia papilar gigante es la que tiene el tratamiento más sencillo ya que se produce por el uso de determinados materiales oculares, como pueden ser prótesis, lentillas o suturas. Por tanto, recalca Charoenrook, “basta con evitarlos para no sufrir esta alergia”.
El tratamiento será diferente según el grado de la alergia. Cuando es leve se basa en evitar el contacto con el alérgeno, lavados con suero fisiológico y el uso de colirios antihistamínicos. En casos severos se administra cortisona, aunque su uso debe estar muy controlado por un profesional por los efectos secundarios que puede provocar. Pero, tal y como expone María Fideliz de la Paz, especialista de la misma unidad, “a veces es prácticamente imposible no estar en contacto con los alérgenos”. Una alternativa, comenta, es la inmunoterapia. “Consiste en administrar el alérgeno en pequeñas cantidades que se van aumentando paulatinamente para que el cuerpo se acostumbre a él y, de esta manera, no reaccionará con su contacto”, explica De la Paz. Siempre será el alergólogo quien determine este tratamiento.
En cualquier caso, De la Paz subraya la importancia de llevar a cabo medidas de prevención para evitar los síntomas de alergia ocular. No tener alfombras, evitar los sofás de tela y lavar con frecuencia los tejidos son algunas de las recomendaciones para los alérgicos a los ácaros. También es recomendable extremar la higiene, lavarse las manos a menudos y no frotarse los ojos. Además, los profesionales aconsejan el uso de gafas de sol grandes y limitar la utilización de lentillas para disminuir las molestias.
Algunas alergias desaparecen con la edad, otras se mantienen en remisión temporalmente, cuando acaba la estación de polinización, y ciertas personas tendrán que convivir con esta reacción inmunológica toda la vida.