ANTONI TORRES. Su misión es facilitar la respiración cuando hay congestión o mucosidad nasal. Existen dos grupos de productos, los de higiene y los de tratamiento.

Empecemos por los de higiene. Por un lado, están los de suero fisiológico (agua con sal) y los de agua de mar. Ambos están indicados para el lavado nasal y para ayudar a retirar la mucosidad espesa. Sin embargo, no son adecuados si además hay dolor de oídos, cuando la mucosidad es de garganta o pulmón, o si la mucosidad es líquida como el agua, ya que su producción es tan rápida que resultan ineficaces. En estos casos lo adecuado son los antihistamínicos por vía oral. Los descongestivos nasales se aplican estando tumbado de lado en la fosa nasal que queda hacia arriba. Podemos hacerlo con una jeringuilla o con espray. Esta última alternativa es más adecuada porque la presión con la que sale el líquido es la idónea para evitar problemas. Posteriormente es necesario sonarse. Si se trata de un bebé, se debe utilizar un aspirador nasal para retirar el moco espeso, únicamente el que sea visible.

Si la concentración en sales es o no igual a la de nuestra mucosa nasal, se encuentran dos tipos de descongestivos: los isotónicos y los hipertónicos. Los primeros actúan diluyendo la mucosidad haciéndola, por tanto, más fácil de retirar. Los hipertónicos, además, descongestionan al eliminar parte del líquido que inflama la mucosa y que dificulta la respiración. Los hay enriquecidos con manganeso (Mn), que mejora la funcionalidad de la mucosa nasal y la hace menos sensible a las sustancias que provocan alergia.

En cuanto a los descongestivos nasales de tratamiento, son un grupo de medicamentos muy seguros que pueden utilizarse sin necesidad de receta médica, pero siempre consultando con el farmacéutico, que valorará en cada caso si hay situaciones que limiten su uso, la dosis, o que aconsejen derivar al médico. Existen tres grupos. En primer lugar, los descongestivos despejan muy rápidamente la nariz, son vasoconstrictores y por ello pueden resecar o dar sensación de frío en la nariz. No deben usarse si se tiene hipertensión arterial. Tampoco conviene utilizarlos durante más de tres días seguidos para evitar congestión por efecto rebote ni superar las dosis diarias recomendadas. Si los síntomas persisten, empeoran o si aparece fiebre alta, mareos, insomnio o nerviosismo, se debe suspender el tratamiento y acudir al médico. En segundo lugar, los antihistamínicos, con o sin vasoconstrictor, se utilizan para prevenir y tratar las rinitis alérgicas (mucosidad como el agua y muy abundante).

Por último, los protectores, tanto naturales, homeopáticos o los que buscan fortalecer la mucosa para que sea más resistente y menos reactiva a los agentes externos, se deben usar por temporadas para darles tiempo a actuar. En este grupo también se encuentran los físicos, que actúan creando una película que impide el contacto de las partículas externas con la mucosa, como un barniz, evitando así el brote alérgico

Nunca se debe confundir el autocuidado responsable -siempre con consejo farmacéutico- con la automedicación, al ser ésta causa de numerosos ingresos hospitalarios.

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