Las lluvias de este invierno y la sequía de la primavera propician una polinización alta.
La contaminación, el exceso de higiene y nuestros propios genes son los causantes de que las personas seamos vulnerables a nuestro entorno. Las alergias cada vez son más prevalentes. Las respiratorias, causadas sobre todo por el polen de determinadas plantas, y en esta época, son las más frecuentes. Los síntomas pueden afectar a la vía respiratoria, llegando a producir asma. Un 25% de la población tiene alergia, la rinoconjuntivitis ronda el 21% y el asma entre un 5-7%. Son molestas y pueden afectar significativamente a la vida diaria de quienes la sufren. Sin embargo, la mitad de los aquejados no va al médico porque, con frecuencia, confunden los síntomas de la alergia con un catarro, ya que las molestias pueden ser similares. La principal diferencia es que estos síntomas que provoca la alergia son más duraderos y, generalmente, se suceden entre la primavera y principios de verano.
El elevado índice de contaminación que se ha registrado recientemente en algunas ciudades como Barcelona y Madrid ha provocado una alteración de la fisiología de las plantas produciendo un polen más agresivo. Las gramíneas, la parietaria, el ciprés, el platanero y el olivo son las plantas que producen más alergias. Principalmente en primavera, pero también hay pólenes que circulan por el ambiente durante todo el año. Sin embargo, es difícil evitar el contacto en plena polinización, sobre todo porque estas sustancias pueden llegar a viajar hasta 200 kilómetros. A esto hay que sumarle que la mitad de los alérgicos es sensible a tres o más pólenes. Este año, debido a las lluvias de otoño e invierno se prevé una polinización media-alta, de mayor intensidad que la del pasado año. Las precipitaciones anteriores a la polinización, las de otoño e invierno, ayudan a generar más polen, en cambio, las de la primavera calman la concentración polínica. “El año pasado llovió mucho durante el invierno, pero también durante la época de polinización, lo que hizo que las previsiones, inicialmente muy malas para los alérgicos, acabaran en una primavera tranquila. La lluvia limpia la atmósfera”, aclara Antonio Luís Valero, alergólogo del hospital Clínic de Barcelona.
El primer contacto con el polen o los ácaros, que circulan por el ambiente, se produce por la nariz porque es por donde respiramos. Las partículas entran en contacto con las mucosas y producen rinitis. En el 60-70% de los casos produce también conjuntivitis por el contacto con los ojos, y en un 20-40% desencadena una afectación de los bronquios, es decir asma, en las personas más sensibles. “La alergia respiratoria es una enfermedad inmunológica sistémica que se manifiesta en diferentes órganos diana. No sabemos por qué unos tienen sólo rinitis, otros también conjuntivitis y algunos, además, asma. Depende del tipo de exposición y del individuo, de lo alérgico que sea”, señala Valero, también presidente de la Sociedad Catalana de Alergia e Inmunología Clínica (SCAIC).
Muchos expertos defienden la teoría higiénica como causante del aumento de alergias. Se basa en diversos estudios en los que se ha comprobado que existen más reacciones inmunológicas en las grandes ciudades que en ambientes rurales. El sistema inmunológico se desarrolla por la exposición a los microorganismos, ante la falta de este contacto debido a la limpieza del entorno, el sistema no madura correctamente. “La excesiva higiene a la que estamos expuestos debilita los estímulos del sistema inmunológico, que es el encargado de activarse para defender al cuerpo ante una infección”, explica este experto. Pero la herencia genética es el factor más importante. Las familias con un condicionante positivo están más predispuestas a desarrollar esta enfermedad. Para la detección de la alergia el paciente debe acudir a un especialista y realizarse una serie de pruebas. Con el diagnóstico etiológico, una vez acabada la estación, y en los casos en que esté indicado, se puede iniciar el tratamiento con vacunas. Debe realizarse antes y después del periodo de polinización, para crear una protección frente a la próxima estación y modular la respuesta inmunológica. Las vacunas con alérgenos o inmunoterapia consisten en administrar dosis del alérgeno al paciente con el fin de disminuir o eliminar su sensibilidad. Están considerados por la OMS como los únicos tratamientos que pueden alterar el curso natural de las enfermedades alérgicas.