ANTONIO TORRES. El cuerpo tiene diversos sistemas de defensa frente a ataques del exterior. Uno muy potente es el sistema inmune. Parte de este sistema lo forman células de la sangre, los basófilos y los macrófagos, que atacan los elementos no deseados que encuentran, liberando una sustancia llamada histamina, entre otras. Una vez liberada, se fija en los receptores específicos y, a partir de esa unión, se producen las reacciones alérgicas. Éstas son reacciones locales del sistema inmune con reacción de hipersensibilidad inmediata. Las más comunes son el prurito (picor), dolor de cabeza, taquicardia (incremento del número de latidos del corazón), broncoconstricción (se contraen los bronquios del pulmón), rubor y edema, entre otros.

Los antihistamínicos, son medicamentos que se usan para prevenir, disminuir o eliminar los síntomas de la alergia. Su mecanismo de acción consiste en ocupar los receptores de la histamina para que ésta no pueda unirse a ellos, impidiendo así que se inicie la reacción alérgica. Los primeros antihistamínicos que aparecieron, debido a que llegaban al cerebro, tenían efectos secundarios muy potentes, provocaban sueño y sequedad de boca y ojos, principalmente. Los actuales no llegan al cerebro o lo hacen en muy poca cantidad y, por lo tanto, estos efectos secundarios no se dan o, si se dan, de forma mucho más leve.

En primer lugar, la toma del medicamento siempre deberá ser a la misma hora. Además, su efecto será mayor si se toma antes de sufrir los síntomas o, como mínimo, cuando éstos empiezan a notarse. Como cualquier fármaco, requiere seguir ciertas precauciones. Siempre se debe mantener un especial cuidado con la toma de antihistamínicos si se utilizan herramientas peligrosas o con la conducción y nunca se deben mezclar con alcohol, puesto que se potencian sus efectos, provocando una gran somnolencia. Asimismo, requieren una especial precaución con el sol porque pueden producir reacciones de fotosensibilidad.

Existen productos de uso local, como colirios oculares, espráis nasales, cremas, polvos, espumas y lociones para la piel, así como de uso general en comprimidos, cápsulas y jarabes. De esta forma, se pueden tratar los síntomas de la manera más adecuada en cada caso o situación.

Los antihistamínicos son un grupo de medicamentos muy seguros y que pueden utilizarse sin necesidad de receta médica, pero siempre consultando con el farmacéutico, que valorará en cada caso si hay situaciones que limiten el período de uso o la dosis, o si es aconsejable derivar la persona al médico. Nunca se debe confundir autocuidado responsable, siempre con consejo farmacéutico, con automedicación, al ser ésta causa de numerosos ingresos hospitalarios.

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