MARIA COLOMÉ CALAFÍ. Respirar por la boca, roncar, estornudar frecuentemente… Muchas personas conviven con síntomas claros de mala salud nasal sin acudir al médico. Y es que, en general, hay poca conciencia de que un problema nasal nos puede alertar de problemas de salud graves, o que podríamos mejorar nuestra calidad de vida haciendo una visita al rinólogo. Una buena respiración nasal es vital. Si respiramos por la boca o tenemos una respiración nasal insuficiente, el aire llega mal filtrado a los pulmones. Es un aire sucio, seco y frío que puede causar resfriados persistentes, rinosinusitis, faringitis e, incluso, asma. Por otro lado, cuando la respiración nasal está obstruida el cuerpo no se oxigena adecuadamente. Esto puede provocar dolores de cabeza y malestar general, pero también trastornos más graves como disfunciones respiratorias severas, problemas de hipertensión y arritmias o complicaciones cerebrales.
Nuestro bienestar y calidad de vida también dependen en gran parte de cómo respiramos. Los problemas respiratorios dificultan el descanso, lo que puede generar somnolencia durante el día (incluso en situaciones peligrosas o inadecuadas) y provocar una disminución de nuestro rendimiento físico e intelectual. Otros trastornos emocionales comunes derivados de una mala respiración son irritabilidad, fatiga, ansiedad o depresión. Algunas disfunciones sexuales, además, tienen su origen en problemas respiratorios o de olfato. En efecto, una pérdida parcial o total de olfato y gusto comporta consecuencias emocionales (tristeza, ansiedad, obsesiones) y prácticas (disminución de la capacidad de detección de peligro) significativas.
Podemos respirar por la boca, podemos resignarnos a estornudar, podemos acostumbrarnos a vivir con poco olfato, pero al hacerlo estamos poniendo en riesgo la salud y la calidad de vida. La nariz nos avisa de muchas cosas. Haremos bien en hacerle caso y acudir al médico.