Uno de los objetivos a largo plazo es diferenciar los tumores más agresivos de otros menos peligrosos

SOFÍA LARRUCEA. El tumor de próstata es el segundo más frecuente entre los hombres y, según la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), en España se diagnostican 25.000 casos cada año. A pesar de que un 97% sobrevive al tumor, ya son muchas las voces de alarma que advierten no sólo del aumento de su incidencia (influenciado por la generalización de las pruebas de diagnóstico), sino también de su agresividad. “Estamos viendo que el número global de muertes por cáncer de próstata sigue aumentando, sobre todo en países occidentales, por este motivo cada vez requerimos de tratamientos más eficaces y a los que puedan tener acceso todos los pacientes”, afirma David Olmos, jefe de la unidad de investigación clínica en cáncer de próstata del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y premiado recientemente por la Fundación Americana del Cáncer de Próstata (PCF) por su contribución en el pronóstico de este tumor.

El equipo de este especialista ha descubierto el primer factor genético hereditario con valor pronóstico en el tumor de próstata que permite detectar a través de mutaciones genéticas formas más agresivas de este cáncer. “Aunque aún beneficiamos a un grupo muy reducido de pacientes, intentamos dar un paso más en el diagnóstico y pronóstico de este cáncer, pues la valoración del riesgo pronóstico actualmente está basado puramente en factores clínicos”, explica el especialista Olmos.

“Nuestras aportaciones no se basan en el propio diagnóstico sino en identificar dentro del cáncer de próstata formas que sean más agresivas”, añade el investigador. En este sentido, en los casos de enfermedad avanzada, este grupo de científicos, además de trabajar desde hace tiempo con las células tumorales circulantes, hace dos años lograron identificar una firma genética cuya expresión se puede relacionar con un cáncer de próstata avanzado que tiene peor pronóstico y respuesta a los tratamientos. “Hemos trabajado nuevos marcadores que ayudan a la monitorización y al pronóstico de los pacientes como son las células tumorales circulantes y como son las firmas de expresión, no sólo en el tumor, sino también en sangre, a través de lo que se conoce como la ‘biopsia líquida’”, apunta Olmos.

A su vez, añade el especialista, “nos ha ayudado a que identifiquemos a un grupo de pacientes que tienen una necesidad terapéutica que no está resuelta”. Además, para aquellos casos no avanzados también han descubierto un factor genético que puede ayudar a predecir la probabilidad de padecer este cáncer y, además, que se presente de una forma más agresiva. La alteración de BRCA 1 y BRCA 2, ya relacionada con tumores de mama y ovario, se asocia también a un mayor riesgo de padecer tumor de próstata. “Además, seguramente serán tumores más agresivos, con mayor probabilidad de recidiva y de producir metástasis”, advierte el especialista del CNIO.

El objetivo de la investigación a largo plazo es poder saber qué tumores serán más agresivos y requerirán por lo tanto tratamientos más o menos intensos, y qué tumores bastará simplemente con una vigilancia activa. “Debemos evitar tanto el sobretratamiento como el infratratamiento”, señala Olmos. No hay que olvidar que tanto la radioterapia como la cirugía no están exentas de riesgos. Incontinencia o impotencia son las secuelas más comunes. “Muchas veces al paciente, al escuchar la palabra cáncer, le entra una angustia que hace que quiera tratarse, pero eso le puede comportar más riesgo de secuelas que beneficios sobre la enfermedad”, concluye el especialista David Olmos.

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