La menopausia es un importante factor de riesgo de esta enfermedad degenerativa que afecta a 7 millones de españoles

Hoy en día la mujer todavía está escasamente diagnosticada y tratada de una enfermedad tan común como es la artrosis. El 80% de las mujeres sufren dolor articular durante la menopausia, y de estas la mitad lo padecen de una forma intensa, según un informe de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM).

Durante los últimos años una gran cantidad de estudios científicos han proporcionado pruebas y conocimientos sobre las articulaciones, y gracias a ellos se ha modificado los criterios de la artrosis que estaban en vigor desde 1983 por el American College of Rheumatology. Científicos españoles, a la luz de los descubrimientos sobre la biología del cartílago, liderados por el grupo de Herrero-Beaumont, han propuesto una nueva clasificación de la artrosis distinguiendo tres tipos: la producida por causas genéticas, por causas hormonales debida a la disminución de los estrógenos en la menopausia y la artrosis relacionada con la edad y el envejecimiento.
Aunque no es una enfermedad que compromete la esperanza de vida, condiciona su calidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en 2020 la artrosis se convertirá en la cuarta causa de discapacidad. Las articulaciones más susceptibles de sufrir artrosis son las rodillas, manos, cadera y columna vertebral. Los estrógenos juegan un importante papel de protección de las articulaciones y regulan procesos beneficiosos en el tejido articular, lo que condiciona que no se alteren las estructuras adyacentes como el hueso, la membrana sinovial, los ligamentos y el músculo. “Los conocimientos actuales sobre el daño que se producen en el cartílago como consecuencia de la deficiencia hormonal han puesto sobre aviso a los ginecólogos para que podamos identificar la enfermedad en sus primeras etapas”, apunta Elena Ruiz Domingo, ginecóloga y miembro del Grupo de Dolor y Artrosis de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia. El ginecólogo puede colaborar así con el reumatólogo a la hora de detectar riesgo de artrosis y, cuando sea necesario, dirigir a la paciente al especialista.

La artrosis es la artropatía más frecuente en todo el mundo, en España afecta a siete millones de personas y genera una gasto de 4.700 millones. “Si se detecta tempranamente, los costes que produce se pueden reducir considerablemente ya que se pueden tomar medidas para evitar o enlentecer el proceso degenerativo de la enfermedad”, recuerda Ruiz Domingo. Existen terapias muy esperanzadoras para obstaculizar la destrucción del cartílago y la necesidad de utilizar prótesis. En algunos hospitales ya se están realizando investigaciones en terapias basadas en el empleo de células madre. Además, se espera que en unos meses esté disponible un test de ADN que va a poder identificar alteraciones genéticas asociadas a la evolución de la artrosis mediante un sencillo examen en saliva. “Contribuirá a poder diagnosticar y tratara las pacientes de artrosis para evitar el dolor, prevenir la discapacidad funcional y, en suma mejorar su calidad de vida”, prosigue la ginecóloga.

Históricamente el tratamiento de la artrosis ha sido sintomático. Los fármacos actuales, conocidos como condroprotectores, aunque todavía no son curativos consiguen aliviar el dolor y tienen como objetivo retrasar la progresión de la enfermedad y reducir en lo posible la incapacidad funcional.

Artículo original en www.saludymedicina.org

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